Un día se dio cuenta de que sus días en la oficina eran
iguales y sus compañeros de trabajo, muy pesimistas. Su jefe solo aparecía por allí
cada cinco semanas. Se imaginó en el lugar de su jefe: un sujeto desastroso que
solo gritaba palabras necias.
El hombre se quedó sordo y nunca supo que fue despedido.
Muy bien, Francesca!
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